La fotografía macro es una de esas cosas que en un principio parece sencilla, pero a medida que te vas metiendo, te vas dando cuenta de que es un mundo bastante complejo y delicado. A grandes rasgos, esta especialidad fotográfica se encarga de retratar cosas pequeñas. La definición sobre que son "cosas pequeñas" va desde fotografía utilizando lentes de microscopio, con ratios de maginificación 50x, a fotos hechas a medio metro del motivo. Lo normal a la hora de hacer macros es tener una lente dedicada, lo cual no significa que se consiga una gran magnificación. De hecho la máxima magnificación que puede conseguirse con el 105 f/2.8 micro de nikon es 1:1. Esto significa que 1cm de motivo ocupa exactamente 1cm en el sensor. Evidentemente, esto es bastante grande, aunque hay técnicas para ampliar aún mas este valor (por ejemplo, los tubos de extensión, los fuelles, objetivos invertidos, etc).
Una vez que tenemos el objetivo adecuado para el motivo a retratar (de ahí que existan varias focales, como 60, 105, 150, 200) tenemos que tener en cuenta que la profundidad de campo a estas distancias es bastante baja (puede andar en el orden de milímetros) por lo que es necesario maximizar la profundidad de campo, lo que nos obliga a cerrar bien el diafragma. Uno de los problemas de cerrar el diafragma bastante (f/22, etc) es que la luz cae bastante rápido y se hace complicado estabilizar el tiro, lo que nos empieza a obligar a usar un trípode, disparadores remotos ... y muchas veces el problema es que no es un sujeto estático (como por ejemplo el de la foto). La solución a este problema es utilizar iluminación artificial (flash) lo que nos introduce en otro jaelo bastante considerable, que es la gestión de la iluminación mientras hacemos la toma. En mi caso lo que suelo hacer es utilizar un cable extensor TTL, y monto el flash bien en una regleta macro que me permite orientar bien la luz, bien en un pie cercano al sujeto, siempre con un difusor.